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domingo, 26 de febrero de 2012

EL NACIMIENTO DE LA PRINCESA "ERZSI"

 Elisabeth Maria Henriette Stephanie Gisela, llamada familiarmente Erzsi (un diminutivo húngaro de su primer nombre de pila), nacida archiduquesa de Austria. Su natalicio se produjo el 2 de septiembre de 1883, en el palacio de Laxemburg, rodeado de los frondosos bosques de Viena. El mismo escenario había visto nacer a su padre, el kronprinz Rodolfo, veinticinco años antes. La madre, la kronprinzessin Estefanía, nacida princesa de Bélgica, tenía entonces apenas diecinueve años de edad. Rodolfo y Estefanía se habían casado en la iglesia de los Agustinos de Viena el 10 de mayo de 1881. Por supuesto, la corte imperial austríaca había contenido la respiración en espera del primer embarazo de la flamante esposa del heredero de la dinastía. Una vez se había anunciado la gestación, todos se hicieron ilusiones respecto al inminente advenimiento de un varón que constituiría, en el futuro, otro eslabón en la cadena de los emperadores de la casa de Habsburgo. 

En el mes de agosto, Estefanía  quedo prácticamente confinada en el bonito palacio de laxemburg. En aquel entorno, inicio los dolores de parto. Al cabo de muchas horas de sufrimiento, durante las cuales Rodolfo se mantuvo a su lado, Estefanía dio a la luz a una niña. Hubo cierta frustración general, porque se había deseado que el primer retoño de la pareja fuese un varón.

De momento Rodolfo y Estefanía había cumplido con esa niña. Dada la juventud de ambos y su demostrada capacidad para procrear, podía esperarse, muy razonablemente, que viniesen muchos otros hijos en un futuro cercano. Consoló él mismo su  cónyuge con estas palabras: “esto no tiene importancia. Una niña puede hacerse querer mucho mas”.

Los nombres que se impusieron en la pila bautismal a la nueva archiduquesa fueron muy reveladores. Elisabeth, el primero de todos, correspondía a su abuela paterna. María Henrietta, segundo y tercer nombre, formaban el nombre compuesto de la abuela materna, la reina de Bélgica. Stephanie, el cuarto nombre, era en honor a la madre. Gisela, el quinto nombre, en honor de una de las dos tías paternas en concreto de la hermana predilecta del padre.

Los primeros años de Erzsi coincidieron con el colapso absoluto del matrimonio de sus padres. Se mirase por dónde se mirase, no estaban hechos el uno para el otro. Es de suponer que, por su corta edad, Erzsi fue ajena al desmoronamiento de la vida conyugal de sus padres. No tenía conocimiento de que ellos apenas se soportaban. No tenía conocimiento de que su madre se refugiaba del desengaño sufrido en un amor platónico hacia el conde polaco Arthur Potocki, mientras que su padre, de salud muy quebrantada ya, cada vez más adicto al alcohol y a la morfina, mantenía una vida sexual bastante promiscua que incluía una amante favorita en la persona de la prostituta Mizzi Kaspar. Erzsi tampoco se enteró de que el padre había iniciado una relación clandestina con una jovencísima aristócrata, la baronesa Mary von Vetsera. Pero ni siquiera sus pocos años la mantuvieron al margen de un hecho terriblemente dramático: la muerte en el pabellón de caza de Mayerling de su padre, Rodolfo, junto a la baronesa Mary von Vetsera, acaecida el 30 de enero de 1889.

Rodolfo intentaba ver frecuentemente a Erzsi...aunque los encuentros fuesen breves. Y en esos encuentros, se mostraba cálido y afectuoso con la niña. De hecho, Erzsi prefería a su padre antes que a su madre, distante y fría. Erzsi creció bajo la tutela efectiva de su abuelo Francisco  José, que bebía los vientos por ella.

Erzsi no estaba, sin embargo, cercana ni a su abuela Elisabeth ni a su madre estefania. Elisabeth era la dama errante, casi nunca detenía sus pasos en la capital austríaca y parecía envuelta en un aura de misterio.estefania, al quedarse viuda, había encontrado muy difícil encajar en la corte vienesa, por lo que también había empezado a viajar constantemente de un lado a otro. La muerte de Elisabeth, no obstante, convirtió a Erzsi en una heredera. Todos se sorprendieron de las dimensiones de la fortuna que había acumulado Elisabeth a través de las décadas. El testamento instituía tres herederas principales: sus hijas Gisela y Valerie, así como su nieta Erzsi. La colosal fortuna estaba dividida en cinco porciones: dos para Gisela, dos para Valerie y una para Erzsi. Aunque en realidad el reparto de bienes favoreció a Valerie, ni Gisela ni Erzsi pudieron quejarse de lo que recibieron en virtud de la última voluntad de Elisabeth.